¿Te gustaría desafiar el status quo?

Estamos acostumbrados a seguir las fórmulas que han funcionado.

Para la mayoría de nosotros, esas fórmulas nos las enseñan desde pequeños. Nos enseñan cómo se deben hacer las cosas y lo que nos conviene para alcanzar objetivos claros, previamente establecidos.

Hemos vivido, hasta hace muy poco, en sociedades que tienen esquemas de productividad y consumo muy marcadas. Trabajamos y entregamos nuestro valor a cambio de una cantidad de dinero, que invertimos en cosas que nos exigen seguir trabajando. Es la rueda del sistema y, hasta ahora, la gran mayoría de nosotros lo aceptamos.

Es como un acuerdo pre-escrito: Tu sigues la fórmula y recibes una recompensa. Entendiendo que entre una cosa y la otra, hay mucho esfuerzo involucrado.

Lo interesante de esto, es que sin darnos cuenta, nos han automatizado para centrar nuestra atención en los objetivos preestablecidos y en la recompensa final.

Hasta ahora, en muchos casos, el dinero, es la prueba de haber seguido la fórmula a la perfección y de haber entregado nuestro mayor esfuerzo. Lo cual, a primera vista tiene sentido.

¿Pero qué pasa cuando lo que te mueve, te apasiona, te hace feliz en la vida, no sigue la fórmula que te han enseñado, no tiene un objetivo exacto y no representa resultados garantizados?

Es una tontería, o la llamamos “simple curiosidad”.

Yo he trabajado por más de 10 años con personas que no siguen la fórmula y hay algo que te puedo asegurar. El trabajo que realmente nos importan y nos cambia la vida, no sigue la fórmula pre-escrita. Tiene un patrón de conducta diferente.

Ese patrón de conducta, por lo general, es más lento, no da garantías de retornos tangibles inmediatos, pero lo cierto, es que es emocionalmente satisfactorio y más persistente que cualquier otro que yo haya conocido.

Ese patrón, de lo único que requiere es de liderazgo y, por lo general, está asociado a trabajos que buscan innovar, cambiar el mundo y contribuir socialmente.

El sistema en el que estamos se enfoca en recompensa inmediata. Garantiza un intercambio de tiempo y esfuerzo por dinero.

Pero las personas que tienen la intención de cambiar el mundo, de innovar, de crear por amor al arte y de mejorar las sociedades donde vivimos, se dejan guiar por un instinto superior al tangible y por un sesgo generoso, y el objetivo económico, aunque siempre forma parte de la lista de metas, no es el objetivo principal.

Las personas creativas no siguen las fórmulas del sistema. Siguen una práctica en la que el hilo conductor es la curiosidad, y se dejan llevar por la conexión y el deseo de servir. Es un proceso que no distingue áreas. Funciona para un científico y un profesor, para un escritor, un artista plástico o un orfebre, y su jefe directo es la confianza.

La confianza que cada persona tenga en sí mismo, es lo que determina el impacto a largo plazo y su liderazgo. Su curiosidad moldea las ideas, las transforma, las hace crecer y ayuda a reforzar la seguridad. La confianza, es y siempre será, esa herramienta que se debe mantener nutrida y en constante refuerzo.

Si eres de las personas que están en la constante sensación de que el instinto toca a tu puerta Que quieres inspirar. Cambiar el mundo. Innovar. Crear. Si conoces a alguien, que hoy por hoy no te sepa decir con exactitud hacia donde se dirigen sus esfuerzos…

Déjame decirte las cosas resumidas y muy claras:

El camino de un creativo no está compuesto de pasos exactos, recetas y fórmulas productivas. El camino se va mostrando a punta de curiosidad. A partir de allí, se desencadenan experiencias, que generan procesos, que sólo la confianza podrá construir con esfuerzo, persistencia y mucha paciencia.

Entonces.... ¿Qué se necesita para cambiar el mundo?

Confianza. Educar seres humanos que confíen en sí mismos. En su instinto y en sus ganas de luchar en lo que creen y sienten. 

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¿Empatía o compasión?